Os cuento hoy una curiosidad sobre el Quijote y cómo toda traducción es otra creación.
Tarde o temprano, todo traductor es acusado injustamente
de traición.
Siempre
se ha creído que la mejor traducción del Quijote al francés, la más leal,
es la de Louis Viardot. Apareció en 1836, cuando Flaubert tenía 15
años. Fue su lectura lo que lo llevó a la literatura: Emma Bovary, se
dice, es "un Quijote con falda".
Pero
la traducción anterior, de Francois Filleau de Saint-Martin, publicada
en cuatro volúmenes en 1677 bajo el título de Histoire de l`admirable
Don Quichotte de la Manche , es sorprendente. No por su destreza verbal sino por su deslealtad. El traductor optó por no traducir el último capítulo de la Segunda Parte
de Cervantes, en el cual Don Quijote muere. En otras palabras, Filleau
de Saint-Martin dio a la imprenta una versión francesa incompleta
porque -mirabile dictu- él mismo soñaba con escribir una Tercera y
hasta una Cuarta Parte de las aventuras del Caballero de la Triste Figura.
Lo hizo. En la Tercera Parte que escribió Filleau de Saint-Martin el Quijote recobra la razón y arma
como caballero a su escudero y ambos emprenden nuevas aventuras.
Ésta
no es la única vez que un impostor escribe una secuela del Quijote.
También lo hizo Alonso Fernández de Avellaneda, entre otros, por no
hablar de Pierre Menard. Igual cabe señalar que la de Filleau de
Saint-Martin es la única vez en que un traductor renuncia en medio de
su tarea a su labor de fashionista -¿qué es una traducción sino un
nuevo vestuario?- para usurpar el espacio del autor.
¿Cuánto sabes sobre Cervantes? Te apuesto a que conoces más de lo que crees:
Cuestionario sobre Cervantes
Cuestionario sobre Don Quijote de la Mancha.
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